El
Ebro, mítico río que dio nombre a la Iberia pretérita, atraviesa Aragón
cruzando de oeste a este y dibujando una línea azul y verde sobre el árido
amarillo de la estepa.
La cuenca del Ebro, con sus 800 kilómetros es la más caudalosa de la Península y destaca la importante aportación hídrica de sus afluentes.
Un recorrido por los diferentes tramos ríos de Aragón es una radiografía perfecta de nuestra Comunidad. Así en las cabeceras de los ríos pirenaicos las aguas descienden vertiginosamente como torrentes que arrastran materiales y que atraviesan barrancos. Es el caso del río Cinca, el segundo río más importante de Aragón, que nace de las aguas de los ibones y cascadas del valle de Pineta en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o del río Ésera que tiene su nacimiento en el valle de Benasque entre montañas de más de 3.000 metros de altitud.
El Gállego y el Aragón son otros dos importantes afluentes del Ebro por su margen izquierda que nacen en las montañas pirenaicas.
Las cabeceras de los ríos de la margen derecha son igualmente agrestes y están caracterizadas sobre todo por la labor erosiva de las aguas que a través de miles de años ha formado impresionantes desfiladeros y barrancos. Así las hoces del río Martín, las hoces del Jalón o los barrancos del Matarraña son un buen ejemplo de ello.
En su tramo medio el río continúa con su labor erosiva y además recibe ambiente mediterráneo los ríos Huerva, Queiles o Guadalope.
Y en el tramo importantes aportes de arroyos especialmente en primavera. Atravesando lugares de bajo es cuando el río se ensancha, su velocidad es más lenta lo que provoca la sedimentación de limos en el fondo y en las orillas lo que ayuda a la aparición de los sotos o bosques de ribera. El tramo del río Aragón aguas arriba de Jaca, el Alcanadre en las cercanías de Sariñena o los Arbas en las Cinco Villas.
La cuenca del Ebro, con sus 800 kilómetros es la más caudalosa de la Península y destaca la importante aportación hídrica de sus afluentes.
Un recorrido por los diferentes tramos ríos de Aragón es una radiografía perfecta de nuestra Comunidad. Así en las cabeceras de los ríos pirenaicos las aguas descienden vertiginosamente como torrentes que arrastran materiales y que atraviesan barrancos. Es el caso del río Cinca, el segundo río más importante de Aragón, que nace de las aguas de los ibones y cascadas del valle de Pineta en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o del río Ésera que tiene su nacimiento en el valle de Benasque entre montañas de más de 3.000 metros de altitud.
El Gállego y el Aragón son otros dos importantes afluentes del Ebro por su margen izquierda que nacen en las montañas pirenaicas.
Las cabeceras de los ríos de la margen derecha son igualmente agrestes y están caracterizadas sobre todo por la labor erosiva de las aguas que a través de miles de años ha formado impresionantes desfiladeros y barrancos. Así las hoces del río Martín, las hoces del Jalón o los barrancos del Matarraña son un buen ejemplo de ello.
En su tramo medio el río continúa con su labor erosiva y además recibe ambiente mediterráneo los ríos Huerva, Queiles o Guadalope.
Y en el tramo importantes aportes de arroyos especialmente en primavera. Atravesando lugares de bajo es cuando el río se ensancha, su velocidad es más lenta lo que provoca la sedimentación de limos en el fondo y en las orillas lo que ayuda a la aparición de los sotos o bosques de ribera. El tramo del río Aragón aguas arriba de Jaca, el Alcanadre en las cercanías de Sariñena o los Arbas en las Cinco Villas.
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